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Mi pelo. De cárcel a liberación.



LA HISTORIA DE MI PELO


Mi primer recuerdo con respecto a mi pelo es de odio. Sí, literal. He odiado mi pelo durante 40 años. Los recuerdos que tengo de pequeña no son buenos. Todo el mundo a mi alrededor excepto yo tenía el pelo lacio, o rizado, pero no afro.
He odiado con todas mis fuerzas todas esas manos que se acercaban a mi pelo y que sin permiso me lo tocaban. En realidad un pequeño gesto al que nadie le daba importancia, a mí me estuvo haciendo daño, interiormente, durante mucho tiempo. Todo el mundo se encargaba de recordarme que mi pelo y yo éramos diferentes. Las lágrimas empezaron temprano, cuando a los cuatro años tocó ir al cole. Todas la niñas llevaban coletas con lazos, o el pelo suelto y yo lo llevaba corto y redondo, sí, a lo Jackson Five. No me veía guapa con nada, ya que lo que según yo me fallaba era el pelo.
Las niñas empezaron pronto a tocármelo, sobre todo cuando a la hora del recreo sonaba la campana y todas corríamos a la fuente a beber agua. Cuando me tocaba a mí aprovechaban para hundir sus manos en mi peluca afro y yo terminaba enfadada o llorando.

Nunca imaginé que lo que me hacía diferente era lo que en un futuro lejano iba a adorar, porque ahora desde hace tres años, ADORO mi pelo. Es mi seña de identidad más acentuada y aunque nunca se puede decir "de este agua no beberé" no creo que vuelva a desrizarlo.

He intentado explicar por activa y por pasiva que me molesta mucho que me toquen el pelo, y parece ser algo que no se entiende. A ver, ¿os gustaría que desconocidos se acercasen a vosotros y sin venir a cuento os tocaran el pelo, la cara, un hombro o la mano? ¿qué pensaríais? Que son unos maleducados, o que no están muy bien de la cabeza o simplemente que invaden vuestro espacio personal sin ni siquiera pedir permiso o preguntar. Pues exactamente eso mismo pienso yo.











En estas fotos aún no era consciente de lo mal que lo iba a pasar, y aunque me veo como un bomboncito, en los años escolares ni bomboncito ni nada. Yo quería tener una melena al viento, lucir coleteros y lazos y no había manera.
Mi madre nunca supo como manejarme el pelo, y lo más cómodo era cortármelo. El momento peluquería llegaba cada tres meses más o menos y siempre se repetía la misma historia. Me engañaba diciendo que iba para ella, y una vez allí ya no tenía escapatoria: "Charo vengo a pelar a la niña" Yo aguantaba el tirón como podía y la peluquera al terminar me preguntaba: ¿Te gusta, Silvia? Yo le decía que sí, y justo cuando ponía un pie fuera de la pelu empezaba a llorar hasta que se me pasaba.

Siempre he sido muy "artista", y me encantaba hacer playbacks, y bailes, creyendo que era una de las bailarinas de Georgie Dann, y me ponía el mantoncillo de gitana en el pelo de modo que los flecos eran mi melena, e incluso me cogía una trenza con ellos. 
También recuerdo que cuando me iba a la cama, rezaba y le pedía a Dios amanecer con el pelo lacio...por aquel entonces creía en los milagros, ja, ja, ja, que dolor. Y al despertar y ver la cruda realidad, ¡otra vez a llorar!
A mi madre se lo hice pasar mal, porque ella en ocasiones también lloraba conmigo y me decía que mi pelo era así y que no se podía hacer nada. El caso es que ella me lo peinaba con un cepillo y entonces incrementaba el problema puesto que me peinaba mis pequeños rizos y todavía me veía peor.
Así pasé la niñez, hasta que llegó la adolescencia y ya me quise morir, Sabía que no le gustaba a ningún niño porque no les gustaba mi pelo y decidí dejármelo crecer hasta poder cogerme una cola, que en mi caso sería como un moñote. Empecé a verme mejor con el pelo recogido y lo llevé así durante algunos años hasta que mi madre me dio permiso para hacerme un alisado de la época.

Recuerdo con muchísima alegría aquel día. Hacía viento cuando salí de la pelu y noté la sensación del movimiento. Por fin tenía el pelo lacio como una tabla. Tenía 12 años.


En ese momento tampoco sabía que mi momento "cárcel" llegaría. Para tener el pelo lacio tenía que hacerme desrizantes a menudo e ir a la pelu semanalmente a peinarme. Los años fueron pasando y las tecnologías avanzaban y empezó la época de la GHD, mi gran aliada, pero era muy cansado tenerme que peinar el pelo tan largo...Había veces que optaba por no salir con tal de no tener que peinarme o si no me daban cita en la pelu me quedaba sin evento, porque yo tenía que ir perfecta y divina.




























Cuando veo estas fotos sí tengo buenos recuerdos, me veo favorecida y como yo quería estar, divina...pero me sentía en una cárcel ya que mi pelo me controlaba y eso no lo iba a permitir durante mucho más tiempo. Todas esas hora de peluquería, de plancha, de productos superagresivos para mi pelo y cuero cabelludo estaban ya haciendo mella y no podía más. Y por fin un día llego el día de mi liberación. Mi GHD murió y esa fue la primera señal. Mi primera reacción fue preguntar donde la podía llevar a reparar. Estuve un par de días sin mi plancha y fui a la frutería. Llevaba un "hopo" cogido y me dije: Me voy a la pelu aunque no tenga cita. Al llegar solo había una clienta y mi amigo y peluquero i.o_gonzalez  me dijo: ¿Estás segura que quieres que te corte todo el pelo? Le dije sí, hazlo antes de que me arrepienta. Bueno para mí el resultado fue espectacular, me veía guapísima, pero lo mejor es que me sentía liberada, me sentía más yo.









Pelo muy corto, rizado, adiós plancha, adiós desrizantes, adiós a la pérdida de tiempo y energía, hola a mi nueva imagen, hola a la imagen que debí tener siempre, hola a mi pelo natural, hola a mi naturaleza, hola a mi nueva vida...

El pelo me crece superrápido y fui viendo la evolución y los cambios hasta llegar a mi estado actual. Un pelucón afro que es la envidia de algunos y la curiosidad de muchos, pero para mí es mi adorado pelo.

























Me da mucha pena cuando veo a niñas negras o mulatas con el pelo afro y se lo quieren alisar, pero es un proceso que deben pasar por ellas mismas, y finalmente llegaran al estado que me ha costado a mí llegar en 40 años. Creo que si se las educa aprendiendo a amar su pelo, quizás no tengan esa necesidad de verse como el resto. Hoy día hay mucha diversidad racial, no como cuando yo era pequeña, que en Jerez éramos tres...Así que supongo que es mucho más fácil hacer entender que cada uno de es de una manera, pero que también hay más personas como tú, y que no son exclusivos o raros. Lo que sí hay que promover es que somos únicos y eso es lo que nos hace especiales. Yo nunca me sentí especial, pero ahora me siento FELIZ.






El tiempo ha pasado y esa niña cohibida del vestidito verde ha pasado a ser una mujer segura de sí misma independientemente de como lleve el pelo, porque tu personalidad es lo que te hace único y la imagen puede y debe cambiar con el paso del tiempo.

Queridos Curlys, nos vemos en el siguiente post y no le toquéis el pelo a nadie sin su permiso, je.




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Etiquetas: afro , artículo de opinión , consejos , deporte , identidad , influencers , lifestyle , mis ideas , opinión , pelo , pensamientos
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